martes, 5 de diciembre de 2006

Un articulo para pensar

Leyendo noticias y articulos relacionados con el fútbol me encontre uno publicado por Jorge Barraza el pasado fin de semana, siendo un futuro periodista y siendo un blogger principiante, me hizo pensar y quise traerlo para que lo lean y reflexionemos un poco al respecto.


Intolerancia en la red


El nivel de los mensajes que se envían por Internet es lamentable, inquietante.

Internet es la maravilla de nuestro tiempo. Ha puesto los medios al alcance del público. En ningún otro género se puede interactuar como en él. Continuamente es posible entrar en miles de portales, informarse y dejar opiniones sobre cualquier tema. Es bueno auscultar el pensamiento de la gente, cuáles son sus gustos, los temas que más llaman la atención.


El ciudadano se manifiesta masivamente. Es el fuerte deseo humano de expresarse y ser escuchado. Hay dos formas de difundir la opinión de los lectores, escuchas, televidentes o navegadores de la red: seleccionando los mensajes o publicándolos todos. También cabe ponerlos tal como llegan, sin cortes ni censuras, o parcializarlos.


A diferencia de otros géneros, Internet no tiene problemas de espacio. Pueden incluirse millones de cartas-mensajes. Y de la extensión que se desee. Es una magnífica forma de ser oído. Y de ofrecer un foro de expresión. Ahora bien, con mínimas excepciones, el nivel de los mensajes es lamentable, penoso, inquietante. Los cibernautas utilizan los correos de lectores para agredir, insultar, descalificar. Es cuestión de bucear en diferentes páginas, de distintos países, para palpar la agresividad, el malhumor, la falta de educación, el irrespeto del público, incluso los ataques entre los mismos opinantes. Al paupérrimo lenguaje que se utiliza deben agregarse los horrores ortográficos y la bajísima calidad de la escritura. Los medios deben ser un vehículo de cultura. Así dejan de serlo.


Lo curioso es que ese mismo público que agravia con palabras irreproducibles, en las mismas misivas exige de la prensa y de los protagonistas respeto, educación y cordura. En el anonimato de un apelativo cualquiera o de una dirección de correo electrónico, la gente dice barbaridades, pide a los periodistas "que den la cara" y se muestra como es.


Días atrás, en un portal limeño, www.peru.com, apareció un correo de máxima virulencia y mal gusto. Decía textualmente: "Solo una cosa puede solucionar el problema del fútbol peruano. Muerte a Burga!!! Si los peruanos nos unimos y pagamos cada uno un sol podríamos tener como para mandar matar a ese fracazado y a su tira de... es!!! Solucionemos el problema de raíz, muerte a Burga!!! Arriba el Perú carajo!!!". Firmado: Hincha Peruano.


(Burga, vale aclarar, es el resistido presidente de la Federación Peruana de Fútbol.)


Uno se pregunta: ¿para esto reclama el público una tribuna de opinión? ¿Sirve este tipo de canales? ¿Es útil que alguien amparado en la oscuridad de un seudónimo logre filtrar semejante diatriba? ¿Cómo se llama a una cosa así? ¿Libertad de expresión, democracia?


Basta leer los correos de los lectores de EL TIEMPO sobre el tema Bielsa. Aprender a disentir y a respetar a quien no opina igual que nosotros es un ejercicio saludable.Una de las moralejas que deja la variada observación de los mensajes es que la mentada 'violencia del fútbol' no es tal. El fútbol en sí no genera violencia, sino emociones, alegrías o tristezas. La intolerancia está instalada en la sociedad, que encuentra en los estadios un lugar cómodo para manifestarla.


Somos habitualmente críticos del periodismo agresivo, pesimista, mal informado, irresponsable. Desdeñamos incluso las posturas corporativas, ese estrechar de espalda con espalda entre los hombres de prensa para defenderse de lo indefendible. Aquí, sin embargo, no hay responsabilidad de los medios ni de los comunicadores.


Recordamos una frase de un técnico argentino, Edgardo Bauza, hace unos años en el diario Olé. Analizando el fútbol avaro que se veía, señaló: "La gente es culpable de este fútbol". En su momento pareció fuerte. Luego coincidimos: es rigurosamente cierto. El exitismo desaforado, la cultura del 'ganar como sea', propicia el miedo a perder antes que el deseo de ganar. Desluce el juego. Y genera violencia. El caso que nos ocupa merece el mismo veredicto: tarjeta amarilla para el público.




Tomado del Tiempo del 03 de Diciembre de 2006

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